Enseñarle a nadar a un niño puede ser muy importante, quizá tan importante como el aprendizaje de otras herramientas como la lectura, la matemática o las escritura.
Esto se debe a que el aprendizaje de una actividad física o deportiva puede desencadenar muchos beneficios en el desarrollo de los niños. Desarrollos que pueden tener relación con lo motriz, lo cognitivo y lo físico.

Cuando un pequeño prender a nadar amplía sus horizontes y sus relaciones con su entorno. Y, por supuesto, este aprendizaje puede resultar muy útil para evitar accidentes y eventos de hundimiento que podrían ser mortales.
Si bien es cierto, aprender a nadar no asegura que el joven no pueda llegar a ahogarse, pero sí le permite tener herramientas que le puedan facilitar su seguridad.
¿Cuál es la mejor edad para que un niño aprenda a nadar?
Si bien es cierto, durante mucho tiempo no se aceptaba el hecho que un niño aprendiese a nadar a una edad muy temprana, hoy por hoy, se ha logrado permitir que los niños puedan aprender a nadar desde cero y de manera más precoz.
Lo cierto es que no existe mucho acuerdo entre científicos y algunas organizaciones médicas ante la posibilidad que los niños aprendan a nadar antes de los 12 meses. Muchos recomiendan que se les enseñe a nadar a partir de los 4 años.

Aprender a nadar a muy temprana edad
Sin embargo, para otros que un infante aprenda a nadar a una edad precoz le puede ayudar a desplegar numerosas habilidades. Para muchos pedagogos, el medio acuático se transforma en un espacio de desarrollo infantil y, por ende, en una oportunidad de correcto crecimiento.
Teniendo en cuenta que su desarrollo motor se potencia cuando interactúa con un medio como el acuático, enseñarle a nadar a un niño no seria más que un gran adicional en su crecimiento como ser humano.

Existe evidencia científica que ha mostrado que si los niños pequeños menores de un año desarrollan competencias acuáticas básicas, luego podrán adquirir otras más complejas con mayor facilidad más adelante.
Primeros pasos para enseñarle a nadar a un niño
Si bien es cierto, es posible que un pequeño pueda adquirir habilidades de nado entre los 2 y los 7 años; sin embargo, estas herramientas serán siempre habilidades básicas.
Después de los 7 años estas habilidades podrán ser más específicas y tendrán dimensiones más complejas.
Esto, por supuesto, en general, porque existirá cierta cantidad de menores que desarrollarán un talento mayor, como en toda ámbito de cosas.
Lo importante, es que, en algún momento de su infancia, los jóvenes puedan aprender a nadar. Si esto no se logra, aún se puede aprender a nadar siendo adulto; sin embargo, la recomendación, debido a sus beneficios, es siempre tratar de lograrlo en la niñez.

Existen muchos beneficios en el aprendizaje a temprana edad
Si un niño no desarrolla habilidades básicas dentro del periodo especificado, le costará mucho más adquirir habilidades específicas más adelante y, por ende, mantener una actividad física acuática durante su vida.
Por eso es muy importante la correcta enseñanza. Aprender a nadar a temprana edad y con métodos correctos podría asegurarle un buen desempeño en el agua a nivel adulto.
Estas son las habilidades acuáticas de los niños según su edad
- Prenatal: Estímulos independientes y sensoriales
- 1 año: Movimientos reflejos
- 2 años: Movimientos rudimentarios: Agarrar, sentar, caminar
- 3 a 6 años: Habilidades acuáticas fundamentales: Deslizarse, inmersión, flotar
- 12 años: Habilidades acuáticas especificas: Natación, waterpolo, saltos, acciones subacuáticas
- 12 años en adelante: Actividades acuáticas a lo largo de la vida: Deporte, entrenamiento, terapia, ocio, recreación.
Metodología para enseñarle a nadar al niño
Enseñarle a nadar a un infante requiere de paciencia, pero es también una actividad entretenida y reconfortante para muchos padres y personas que desean que los niños adquieran esta habilidad lo antes posible en sus vidas.
1-Perder el miedo:
Cuando un niño se enfrenta al agua por primera vez, es lógico que sienta algo de impresión. También es muy posible que tenga algo de miedo y sienta inseguridad de introducirse en un ambiente que no es su ambiente natural.
Para ir perdiendo ese miedo se debe ir familiarizando al chico con el agua lo antes posible. Mientras antes mejor. Existen expertos que proponen exponer al agua al niño o niña desde los 3 meses de edad.
Siempre esta actividad debe ser en compañía de los padres.
Aunque parezca obvio, se debe entender que los padres entregan confianza y seguridad al pequeño o pequeña y, mientras el infante observe que sus padres están contentos y seguros, él o ella se sentirán seguro y contento también.
Además, la experiencia en familia puede resultar enriquecedora y un excelente recuerdo para todos.
Hay que tener en cuenta también que los niños, a partir de los 6 meses, comienzan a perder los reflejos al agua con los que nacen. Por eso es tan sugerido que su primer contacto con la piscina sea antes que “caduque” este periodo.
2-Sentir que sus pies llegan al piso
Pasar de cero a cien nunca es recomendado.
De forma natural los niños pueden sentir que sus pies están en contacto con la superficie. Ahora si están aprendiendo a nadar y los niños no están en contacto con el suelo de la piscina, el pequeño podría sentir desesperación ante la incertidumbre que esto produce.
Hay que evitar el miedo al hundimiento.
Este miedo es uno de los más reiterativos en los niños. Pero si ellos puede apoyar los pies en una base sólida este miedo puede llegar a desaparecer poco a poco.
3- Perder el miedo a meter la cabeza bajo el agua
Una vez que el niño ya adquirió la seguridad de estar parado en el agua, de caminar o de saltar incluso, se le puede ir incentivando a que interaccione un poco más con el ambiente acuático.
Un método divertido y útil es que pueda hacer burbujas con aire y agua. O sea, tomar aire, meter la boca bajo el agua y soltar el aire para que de esta forma se creen burbujas en la superficie del agua.
Para los pequeños este juego es muy divertido y ya lo han practicado anteriormente en las tinas donde les ha tocado bañarse.
Ahora, en vez de hacer burbujas, puede tomar aire e introducir toda la cabeza bajo el agua. Es un juego similar, pero algo más profundo.
Por supuesto, se trata solo de sumergirse levemente y salir para ir acostumbrándose al sumergimiento que es tan importante a la hora de conseguir nadar.

4- Mover las piernas y brazos correctamente
Existe una buen y clásico método para que el niño aprenda correctamente a mover sus piernas y brazos dentro del agua. Se trata del popular método de sujetar al aprendiza desde el abdomen y servirle como soporte para que pueda simular que está nadando.
Si la persona que ayuda al niño lo sostiene del estómago, el chico puede sentir que está en posición horizontal y simular que está nadando. De esta forma se le puede enseñar el correcto uso de los brazos y piernas al momento de nadar de verdad.
Es importante que el infante logre mantenerse horizontal y no se hunda, para que así pueda acostumbrarse a la forma correcta del nado.
Ahora que ya se siente más seguro estando de manera horizontal, el infante puede tratar de dar brazadas mientras es sujetado desde el abdomen.
Los ejercicios de piernas (pies) y brazos en esta etapa son fundamentales. Estando en esta posición el niño puede adquirir confianza para que luego, cuando trate de flotar y nadar de verdad, le resulte más fácil y fluido.
Estos ejercicios son el primer paso para que, más adelante, se pueda aprender las técnicas y estilos de natación más adecuado para un adulto.
5- Práctica en solitario
Cuando ya haya practicado lo suficiente con ayuda de un adulto. O sea, cuando el niño ya haya practicado braceos, pataleos y haya pasado más tiempo en forma horizontal sostenido por su instructor, entonces, es hora de comenzar a soltarlo para que pueda desplazarse y hacerlo solo.
Poco a poco, el niño conseguirá flotar e irá sumando sus habilidades para que luego pueda nadar.
Poco a poco se logra el objetivo
Siempre recordar que hay que tener paciencia. Muchos jóvenes tienen habilidades verdaderas para el nado y aprenden con mucha facilidad. Sin embargo, a otros les cuesta más y es aquí donde hay que mantener la calma y ayudarlos en su práctica constante y diaria para que puedan aprender a nadar en sus tiempos y ritmos.
Todos los niños son diferentes, así es que no vale la pena forzar a un niño para que aprenda a nadar de una manera rápida.
Hay que saber respetar sus tiempo y habilidades para que de esta forma vayan familiarizándose lo mejor que puedan con el ambiente acuático, logren dominar finalmente el nado y puedan adecuarse correctamente a cada piscina y a cada ambiente relacionado con agua.
Aprender a nadar: más que beneficios físicos
Que un niño aprenda a nadar no sólo le ayuda en sus habilidades acuáticas, no sólo le entrega competencias en lo que respecta al nado, sin que también le ayuda, comprobadamente, en el desarrollo cognitivo y en su crecimiento general como ser humano.
Además, cada niño, al conseguir nadar, crece en autonomía y seguridad, lo cual también es un aprendizaje aplicable en otras diferentes facetas en las que pueda desenvolverse.
Todo aprendizaje para todo niño es siempre significativo. Por ende, no hay que menospreciar la enseñanza del nado.
Conseguir nadar para un niño no es sólo una instancia física o práctica, es también una ampliación de sus capacidades motoras y cognitivas.
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